El tiempo de las ciudades es más que su climatología, es el ritmo de su vida, el reloj interior.
Salamanca tiene un tiempo a escala humana, sosegado y paseable, y a la vez dinámico, alegre y lleno de inventiva.
Un tiempo que cura, mece, motiva, divierte. Y que si nos dejamos, así sea solo por un tiempo, se nos instala y como una canción o una planta, arraiga y va creciendo.
Un Tiempo, una historia que no olvida que en el S. XVI el mundo se pensó en Salamanca.