Una experiencia turística en una ciudad es la suma de muchas cosas: entrar en un patrimonio que emociona y nos sitúa ante lo mejor de nosotros, pasear, ver gente, comprar, comer, alojarse. Pero sobre todo impregnarse de una atmósfera especial: la de una ciudad que, como si fuera un perfume especialmente diseñado para ella y para nosotros, nos acompaña.